Columnistas (La Razon 9/10/09)
TODAVÍA............
Jaime Iturri Salmón*
La Negra se nos fue a los pocos días de que festejábamos el inicio de la primavera. No es poca cosa porque con ella combatimos muchos inviernos. Tiempos de hombres de corazón de piedra y del Plan Cóndor. Tiempos en los que las canciones de la Negra sólo se susurraban en las esquinas mientras se esperaban las reuniones, o en los sótanos donde los justos se escondían de la justicia de los que tenían de “plomo las calaveras”.
Eran los tiempos de desprecio cuando había que caminar con el testamento bajo el brazo mientras los dictadores se loteaban el país, se repartían las piedras semipreciosas o adjudicaban a sus amigos tierras fiscales.
Eran tiempos en los que se llevaba en aviones a los adversarios políticos y se los arrojaba sobre las nieves perpetuas de las montañas, sobre las selvas inmensas o sobre el ancho mar.
Eran tiempos de resistencia, de encuentros furtivos, de bolsillos de las chamarras rotos para poder esconder mejor los panfletos.
Y la Negra estuvo siempre con nosotros. En las malas, que fueron muchas, y en las buenas, que fueron menos pero que, por lo mismo, fueron muy festejadas. Estuvo con su voz gruesa rescatando a la Juana Azurduy, a la flor del Alto Perú, a la capitana más valiente. Estuvo cantando la canción de León Gieco que le pide a Dios que el dolor no le sea indiferente y de Violeta Parra que da gracias a la vida que nos ha dado tanto.
La Negra estuvo con nosotros peleando contra las dictaduras y contra las demoduras, gritando a voz en cuello, haciendo un espectáculo sobre el escenario con su robusto cuerpo de india.
Estuvo viajando por el mundo explicando a través de su canto la lucha de los pobres, de los desheredados, de los ninguneados.
Sí, no cabe la menor duda, la Negra estuvo, se jugó, creyó, peleó, lloró y se mató de risa mostrando todos los dientes. Ante tanto mariconazo que cree que la vida es no apostar por nada, la Negra agarró los dados y los lanzó al aire.
Y nosotros estuvimos con ella, en las reuniones clandestinas, en las guitarreadas, en los actos políticos cuando poníamos sus casetes (todavía no había esa maravilla que es el DVD) convocando a todos a luchar por un mundo de todos.
Ahora la Negra se ha ido a cantar junto a la Juana y a tantos otros. Los que quedamos la despedimos poniendo su música, gritando sus canciones, cantándolas bajito a nuestros hijos para que se duerman, despertándonos con ellas para construir cada día el mañana.
Los que la despidieron en las calles de Buenos Aires lo hicieron cantando, miles y miles. Una marea humana dándole estatus de cabeza de Estado. Aunque a más de un presidente o ex presidente le hubiera gustado que la despidieran como a ella.
La Negra se nos fue, pero nosotros quedamos recordando con ella que “todavía cantamos, todavía luchamos, todavía creemos”.
La vamos a extrañar cada vez que escuchemos su música, la vamos a añorar cada vez que cantemos sus canciones, pero la vamos a evocar cada vez que veamos a nuestros hijos construyendo con sus manos un mundo mejor. Finalmente somos como esos artesanos cuyo amor convierte el barro en milagro.
“Todavía cantamos, todavía luchamos, todavía creemos”.
Gracias Negra Mercedes Sosa.
*Jaime Iturri Salmón
es periodista .
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