jueves, 24 de diciembre de 2009

ESPEREMOS SE LEGISLE PARA TODOS LOS BOLIVIANOS

Editorial / Editorial /La Razon 12/24/09

Muere el Congreso de la República
Más trabajo y menos desidia, más democracia y menos politiquería... es lo espera la comunidad, tomando en cuenta que habrá una abrumadora mayoría oficialista que puede, si así lo determina, sentar las bases de una manera distinta de hacer política.

El país y el mundo serán testigos, en enero del 2010, de la desaparición, vía aplicación de la nueva Constitución Política del Estado, de una de las instituciones bolivianas más importantes. Una institución que, con luces y sombras, se convirtió en el último tiempo en la expresión de la consolidación de la democracia y la renovación de ésta mediante la incorporación de representantes de sectores nunca considerados en la vida política e institucional de nuestro país.
El Congreso de la República, con 157 parlamentarios —130 diputados y 27 senadores—, dejará de ser tal y dará paso al surgimiento de la primera Asamblea Legislativa Plurinacional del nuevo Estado boliviano, cuyo 95 por ciento de asambleístas —130 diputados y 36 senadores— está constituido por ciudadanos y ciudadanas que nunca representaron a su territorio en el Poder Legislativo, que también cambiará de denominación y, según la flamante Carta Magna, se llamará Órgano Legislativo.
Tras la recuperación de la democracia, en 1982, el Congreso Nacional se erigió como forjador de pactos políticos que hicieron viables, en más de una ocasión, salidas a verdaderas encrucijadas históricas y, en las décadas del 50 y 60, fundamentalmente, desempeñó un rol protagónico en la instauración del Estado inspirado en el nacionalismo revolucionario. En más de un siglo de funcionamiento, aunque con varias interrupciones por golpes de Estado, acogió a prácticamente todas las ideologías, como las del trotskista Partido Obrero Revolucionario o la derechista Acción Democrática Nacionalista. Fue escenario para que grandes oradores y grandes estrategas políticos desplieguen sus dotes para asombrar y cautivar.
Sin embargo, el Congreso Nacional también se transformó en el mejor mecanismo de la impunidad, del cuoteo político, de las componendas a espaldas de los gobernados y del trabajo mediocre y sin compromiso por la gente en las brigadas, bancadas, comisiones y directivas. El discurso barato, el chantaje político, las prebendas, la corrupción, el sometimiento al Ejecutivo y a potencias extranjeras retumbaron en sus hemiciclos y se pasearon campantes por sus pasillos y oficinas parlamentarias. Por ello, en momentos en que el narcotráfico se había incrustado en el sistema de partidos, fue comparado con el Arca de Noé: se introducía investigaciones y procesos al Parlamento para negociar, dar y recibir, y salvar un determinado caso de las sanciones.
La Asamblea Legislativa Plurinacional, vigente desde enero del próximo año, deberá rescatar lo mejor de moribundo Congreso Nacional y generar mecanismos que destierren la suciedad que le caracterizó hasta sus últimos días. Más trabajo y menos desidia, más democracia y menos demagogia, más eficiencia y menos politiquería... es lo que espera la comunidad, tomando en cuenta que habrá una abrumadora mayoría oficialista que puede, si así lo determina, sentar las bases de una manera distinta de articular consensos parlamentarios, de un renovado compromiso de trabajo con las regiones y el país y de convertir las necesidades y las ilusiones de la gente en su agenda de trabajo. Es difícil desmontar un sistema arraigado y construir otro de carácter participativo, pero es una obligación que los asambleístas del MAS no deben soslayar. En sus manos está la modernización del ahora Órgano Legislativo del Estado

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