martes, 29 de diciembre de 2009

SI, YO TAMBIEN LE TOMO LA PALABRA

Editorial / Editorial / La Razon 12-23-09

Mensaje del Presidente

Si ahora es el presidente Evo Morales el que plantea que todos los bolivianos trabajen juntos y que con ello se selle la unidad nacional, habrá que tomarle la palabra y esperar que el resto de la población lo secunde. Habrá que desterrar toda clase de exclusiones y de odios.
El presidente Evo Morales Ayma, que se alista a ejercer un segundo mandato por medio de las urnas, dirigió un significativo mensaje a los bolivianos con motivo de la Navidad y el Nuevo Año, cuyos contenidos habrá que anhelar se plasmen en realidades objetivas.

El Mandatario empezó por expresar que “éstos son tiempos de hermandad, de paz y de reencuentro familiar…”. La elocuencia de estas palabras, que contrastan con la dureza habitual de sus discursos y declaraciones, podría entenderse como un giro muy importante en sus actitudes y pensamientos.

La hermandad significa que los bolivianos constituyen una gran familia y que el trato en ella se caracteriza, en gran medida, por el respeto y afecto mutuos entre sus miembros. Y si a ello se invoca, además, por la paz, corresponde anotar que las manifestaciones más expresivas de ésta son: deposición de enconos, rivalidades y rencores. Sólo así será factible la convivencia armónica y pacífica.

Debería ser sobre estas bases —entonces— que se produzca el “reencuentro familiar” entre los bolivianos. Obviamente, tendría que entenderse que es el presidente Morales quien estaría dispuesto a dar los pasos necesarios para que se produzca ese “reencuentro”, después de que en los últimos años la vida nacional estuvo signada por la apertura de abismos y confrontaciones.

El Mandatario convocó también a los bolivianos a trabajar juntos hacia “una Bolivia unida, digna, soberana y con justicia social”. En muchos sentidos, hubo esta predisposición cuando se produjo su ascensión al poder en enero del 2006. En momentos en que la voz presidencial incide en ello, no sería nada propicio levantar los dedos acusadores sobre quién o quiénes frustraron tales intenciones.

Si ahora es el presidente Morales el que plantea que todos los bolivianos trabajen juntos y que con ello se selle la unidad nacional, habrá que tomarle la palabra y esperar que el resto de la población lo secunde. Para que esto ocurra, empero, habrá que eliminar todas las acciones oficiales que crean incertidumbre, inseguridad y escisión en la familia boliviana.

Sólo con un espíritu de convivencia pacífica, uno de cuyos principales componentes es la tolerancia con los disensos, será posible tener la certeza de que “el futuro de una nueva Bolivia ésta en nuestras manos”. De todos, no sólo de unos y no de los demás, por lo que es necesario dejar de lado las diferencias políticas, ideológicas e incluso raciales. Así como las “deudas” históricas.

“Una Bolivia de paz, de desarrollo, libertad y democracia”, como plantea el Presidente, supone que unos y otros, desde distintas opciones, siempre quisieron que fuera así. Si en el pasado no se alcanzaron estos logros, ésta puede ser la ocasión, quizás hasta providencial para que, finalmente, los bolivianos encuentren los senderos luminosos que les permitan encontrarse a sí mismos y juntos concretar tales sueños, esta vez sin ningún tipo de exclusiones ni odios.

En consonancia con el mensaje presidencial, tendrán que cesar los encarcelamientos que no se los pudo justificar en la vía judicial. Igualmente, acabar con aquello que se dio en llamar la “judicialización de la política” y, por último, utilizar los valores profesionales que tiene el país para poner fin a los enclaves de la incompetencia, la ineficiencia y el sectarismo.

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