viernes, 2 de octubre de 2009

FUNCIONA EL PODER DE JUSTICIA EN NUESTRO PAIS?????

PADRE MATA A ASESINO DE SU HIJO
Por Vásquez Katiuska - Los Tiempos - 2/10/2009
Policías levantan evidencias del lugar del crimen, ayer. - López Gamboa Carlos Los Tiempos

“Tú mataste a mi hijo”, fue lo último que escuchó Jorge Alberto Guzmán Carvalho (28) antes de que las ocho balas atravesaran su cuerpo en una acera de la céntrica calle San Martín esquina Bolívar, cerca de las 17:00 de ayer. Como el pavor y la sorpresa causaron caos y congestión en el lugar, el hombre del arma echó un grito para que todos supieran las razones: “Soy el papá de Álex Arteaga y éste es el asesino de mi hijo”.
Era la voz de Eduardo Arteaga Maldonado (56), militar retirado, que mostraba triunfal el cuerpo en el suelo, según contaron los testigos. El 9 de marzo de 2007, su hijo Álex murió víctima de varios tiros efectuados desde un vehículo en movimiento en la calle España. Y ayer moría también el hombre que presuntamente hizo esos tiros.
Desde hace tres meses, Guzmán estaba libre fruto de la retardación de justicia a pesar de que hace un año el Tribunal de Sentencia III de la Corte de Justicia de Cochabamba lo condenó a 18 años de prisión en la cárcel de El Abra. Ayer, tenía lugar una audiencia de apelación en la misma Corte, en la calle San Martín, para que vuelva a la cárcel, pero el recurso fue desestimado, según fuentes cercanas al caso.
A la salida de la audiencia, ocurrió la balacera. Guzmán y su abogada, Rocío Peñaranda, se iban por la calle San Martín. Cuando habían avanzado una cuadra Eduardo Arteaga interceptó al hombre junto a una tienda de computadoras.
Quedaron frente a frente. El padre sacó una pistola de su maletín y le disparó. “Cuando lo vio en el suelo, le siguió disparando hasta llenarlo de balas”, narró un universitario. “¿Por qué mataste a mi hijo?”, repetía el hombre, y disparaba otra vez. “Quería darle en sus partes, pero ya no había municiones. Entonces se puso a bailar de gozo”, contó otro testigo. “Bailaba como la diablada”, después de acribillarlo, relató una mujer. Quiso cargar otra vez le lanzaron ladrillos de una obra para que se detenga, dijo un transeúnte, que filmó los últimos instantes de vida de la víctima con un celular.
“El paco (policía) del banco corrió rapidito”, estaba a menos de una cuadra y fue el primero en llegar. Él y un universitario vieron que Eduardo Arteaga quería escapar. “Yo le dije ‘no escape’”, relató el estudiante. El policía le gritaba: “¡Al suelo, al suelo…!”.
Alrededor se juntaba la gente y el tráfico se tornaba caótico. Desde el Comando, a tres cuadras del lugar, acudieron más policías.
“Le han preguntado las personas ‘¿por qué hace eso?’. Y él decía ‘él ha matado a mi hijo’”. Arteaga guardó el arma en el maletín y “levantó sus manos, se entregó. Después, unas señoras lo empezaron a patear y le gritaban ‘¡asesino, asesino!’”.
Su víctima permanecía botada en el asfalto, con el tórax, el abdomen y las rodillas perforadas por las balas, de una pistola calibre nueve milímetros, confirmó el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc), Julio Miranda.
Unos médicos de la Caja Petrolera, cerca del lugar, socorrieron a la víctima con maniobras de resucitación. Evacuaron a Guzmán en una ambulancia. Junto a él iba su abogada y paisana beniana. Aún respiraba camino al hospital Viedma, pero fue imposible salvarle la vida. Murió en el centro médico a causa de una hemorragia interna, agregó el informe de la Felcc.
En tanto, Arteaga fue llevado detenido a la Felcc, acusado de homicidio en primer grado. En la San Martín, los jóvenes intercambiaban imágenes del crimen por celular. El tráfico se disputaba un carril con una barrera de policías y la Felcc reunía evidencias.

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